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ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ

martes, 21 de julio de 2009

Artículo publicado en Revista "Absenta" (Sobre San Bernardo y su Poesía)

Guillermo Adoum
www.e-absenta.com

Hace muy pocos días, al finalizar el otoño de 2009, una conversación de camaradería entre los poetas Víctor Munita, de Copiapó y René Silva Catalán, de San Bernardo, tertulia que tuvo un tercer invitado el Chat de Facebook, una herramienta de voyerismo literario cibernético gratuito, igual o parecido a la vieja María, dueña de ese negocio de barrio, (pero sin Mouse), en donde todos vivimos, mujer que cuando no barre o atiende los últimos secretillos de la villa detrás de un mesón, se convierte en la más amada o simplemente la más odiada ortiga para sus vecinos. Este personaje también es quien presta ayuda a un perdido vendedor puerta a puerta que se le acerca y le consulta, que micro puede tomar para salir de ese barrio desconocido.

En este mismo barrio desconocido, se acaba de congregar un grupo de poetas copiapinos y sanbernardinos para honrar, la obra e imagen del gran poeta nacional Romeo Murga, encuentro que pese al frío y la lluvia, pudo contar con un público fiel y seguidor de la figura de este gran poeta copiapino – sanbernardino.

Es eso lo que pasa en San Bernardo, una villa de descanso de comienzos del siglo 19, un barrio en donde nadie imagina existe poesía y de buen nivel, por lo tanto, para que preguntar por ella. El vendedor perdido vendría siendo el poeta, quien debido a los folklóricos egos de quienes creen tener no solo el dominio del verso sino el de la batuta arengada por unas cuantas botellas de tinto, en la Casona u otro bar, lugares que se arriesgan no solo a las conversaciones de poetas ebrios hablando de generaciones pasadas o de editoriales que no se interesan venir a estos lugares a buscar un buen libro.

San Bernardo, a diferencia a otras canteras donde las máquinas ensordecen el azul del cielo con sus máquinas al 100% y los gritos de sus capataces, es una mina silenciosa, un yacimiento sin explotar de mucha tradición en la poesía con un número considerable de poetas. Todos los años esta comuna, puede contar con diferentes anuarios, a veces financiado por una cooperativa u otros por la administración municipal de moda, con más de 5 obras publicadas solo en poesía, de movimientos o grupos abiertos o cerrados hacia otras instituciones o lugares, algunos de ellos con una tradición literaria mantenida, por casi un siglo de existencia.

La poesía chilena contemporánea, debe mirar con respeto a este antiguo villorrio al sur de Santiago, adonde solo se llegaba en tranvía o en una victoria tirada de caballos que atravesaba lo que hoy se conoce como la Gran Avenida. Por acá pasó una gran parte de poetas inscritos en las páginas de nuestra poesía nacional, tanto como un ciudadano más o permanecer largos periodos en su calidad de visita ilustre hoy para nosotros.

Podemos mencionar el legado del Grupo de los Diez por allá en los comienzos del siglo XX, a uno de sus líderes, quien incluso llegaría, a ser alcalde de San Bernardo, hablamos de Manuel Magallanes Moure, quien no logró convencer a Gabriela Mistral para que se convirtiera en directora del liceo de niñas de la ciudad. Romeo Murga mencionado al comienzo de estas líneas, quien por su obra legada y calidad humana, fue la excusa para que los días 19 y 20 de junio un grupo de poetas de Copiapó y San Bernardo, se reunieran a conmemorar los 105 años del nacimiento del gran vate, venerado a un nivel de ídolo por ambas ciudades (nació en Copiapó y muere en San Bernardo). Para que hablar de Boris Calderón, muerto de manera trágica en la plenitud de su vida, elevado también a nuestro propio Olimpo que vendría siendo nuestro Cerro Chena, a una veneración casi enfermiza, que se repite incluso, en otros poetas jóvenes del país. Luego vienen otros a lo largo de la línea de vida de la ciudad, muchos que se inspiraron en sus avenidas, estación o su maestranza. Podemos mencionar a Eduardo Anguita, Pedro Prado, Fernando Santivan, Mario Ferrero, Jorge Jobet y otros escritores que han seguido otros géneros literarios y que San Bernardo los adoptó como sus hijos, a manera de ejemplo Alberto y Guillermo Blest Gana, como otras acciones generadas a través de las artes o la literartura como la mítica colonia tolstoyana de la cual comentaremos en otra ocasión.

San Bernardo hoy tiene sus propios vendedores puerta a puerta, vagando en sus esquinas o instituciones, que aún no preguntan o le piden permiso a la vieja María, para salir del barrio y que luego no los desplume (claro, ella vive amonestándolos y dejándolos mal tanto con la vecindad literaria y con las visitas que llegan a dar una vuelta por el lugar), estos poetas disfrazados de vendedores perdidos, toman a escondida la 201 E medio de tránsito masivo, rumbo al centro político, social y corrupto del país, quienes se bajan en los círculos literarios de moda, a veces son tan dañinos para estos provincianos como sus propias arengas entintadas y pueblerinas dejadas atrás, en alguno de los tugurios sanbernardinos.

Hay mucho de ellos que no pueden dejar el barrio por diferentes motivos, pero de las ventanas con rejas antidelincuencia obligatorias en una casa sanbernardina, han aportado a darle una identidad y respeto a San Bernardo y también otros, que han tenido la valentía de salir a defender su trabajo literario y volver con honores a su “pueblo querido”.

Hoy San Bernardo tiene su propia camada de poetas quienes desde sus diferentes puntos de vistas, poéticas, académicas o sencillamente cosmogónicas, han permitido que la ciudad no sea solo conocida por la crónica roja en diarios y televisión, sino un San Bernardo al que se puede llegar tomando una sola micro y leyendo un buen libro.

Incluso a sus sectores más marginados y humildes, con la escritura de un reconocido Yuri Pérez o un joven Marcelo Arce o la lucha interna de la mujer y la defensa de sus derechos con Anita Montrosis, el reconocido trabajo de Antonio Silva y su poética de género, junto a Claudia Kennedy, Úrsula Starke, Juan Carlos Urtaza, Marcelo Mallea o un René Silva Catalán, quienes sin más alardes por la vida escriben y tratan de hacerlo cada día mejor. Todos ellos son una generación de recambio junto a otros poetas sanbernardinos que sin tener más o menor calidad poética en su trabajo no han querido salir de paseo por otros lares de la poesía y aquí nos detenemos y nombramos a Gabriel Miranda y Adolfo García y disculpen si se me escapa alguno de los admirados por las generaciones más jóvenes. No puedo dejar de mencionar a otros poetas que desde sus propios roles dentro de la poesía sanbernardina, lo son Natalia Orellana, Luis Cañio, incluso más viejos en generación como Marcelo Sepúlveda, Claudio Sepúlveda, Raúl Andani, Nelly Salas, Olivia Espinoza y otros, también han demostrado con su trabajo tanto en el papel como humana, que San Bernardo merece hoy, una visita más larga, de quienes se identifican con esa poesía honesta, alejada de la farándula y de los egos enfermizos, sino más bien de trabajar unidos, por este difícil oficio y a veces menospreciado hasta por la propia vieja María

1 comentario:

Cecilia Molina Parra dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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