
Guardábamos un pedazo de la patria
Para jugar con aquella bandera pequeña
Por tu boca brotaba un río azulado y orgánico
Descorriendo los aparejos de una blusa pura
Corrías como una cordillera perdida
Callando el origen de una culpa
Que nacía sin querer
Y tras la puerta
Mostrabas la entereza
De hacerlo por hacer
Regalabas tus flores
Se marchitaba el polen sin conciencia
Y la república ardía
Junto al tribuno
Y los columpios
Esos divinos instrumentos móviles
Yacían fuera de lugar
Desencajados completamente
Disgregados sin sus tubos
Esparcidos por la calle
Desmembrados por doquier
Cómo desabotonabas aquella loca geografía cambiante
De tu ser hecho columna y vidrio
Y nos postrábamos al éter
Ungiendo palabras repentinas
Diminutas vocales disparadas al azar
Pero ya no sentíamos la culpa
El caballo de nuestros pecados moría de frío
Sin sábanas sobre sus patas